El acoso escolar o bullying es una situación de abuso o maltrato –físico o psicológico– mantenido en el tiempo, sufrido por un menor y realizado por uno o varios de sus compañeros dentro del ámbito académico. Se trata de una práctica que está generando una preocupación creciente en nuestra sociedad, debido al aumento de los casos detectados, y a que sus efectos permanecen en el tiempo, habiéndose constatado casos de suicidios por su causa.
Agresiones físicas, como golpes, zarandeos o zancadillas, pero también psicológicas como coacciones, hostigamiento, insultos o amenazas, son las armas que suelen utilizar los acosadores para menoscabar la voluntad y la autoestima del acosado, así como para facilitar los sentimientos de exclusión, marginación y aislamiento social. Por su parte, el agresor se siente reforzado en su autoridad en detrimento de su víctima.
El acoso escolar abarca únicamente las agresiones entre iguales, incluyendo las conductas de niños mayores a menores. También se incluyen las conductas agresivas que se llevan a cabo fuera de las inmediaciones escolares, pero que se producen entre compañeros.
Es importante saber que no se considera acoso escolar a las agresiones producidas por un profesor o padre de familia hacia un menor.
Un nuevo informe de la UNESCO confirma que la violencia y el acoso escolares son problemas importantes en todo el mundo. El documento “Detrás de los números: erradicar la violencia y el acoso escolar” revela algunos datos importantes:
La intimidación tiene un efecto negativo significativo en la salud mental, la calidad de vida y el rendimiento académico de los niños. Los que son intimidados con frecuencia son casi tres veces más propensos a sentirse como extraños en la escuela y más del doble de propensos a faltar a clase que aquellos que no sufren bullying.
Aquellos que sufren acoso escolar también obtienen peores resultados educativos que sus compañeros y tienen más probabilidades de abandonar la educación formal después de terminar la escuela secundaria.
Sin embargo, a pesar de la gravedad, el estudio demuestra que algunos países han hecho progresos significativos para reducir o contener el problema.
En 71 de los 144 territorios estudiados en el informe, la intimidación, peleas o ataques físicos han disminuido. Estos países tienen en común una serie de factores de éxito, en particular el compromiso de promover un clima escolar y un entorno de aula seguros y positivos, sistemas eficaces de denuncia y seguimiento de la violencia y el acoso escolares, programas e intervenciones basados en datos empíricos, formación y apoyo a los docentes, respaldo y orientación de los alumnos afectados, empoderamiento y participación de los estudiantes, entre otros.