De acuerdo con la Fundación Privada Instituto de Salud Global Barcelona (ISGlobal), la pandemia por Covid-19, ha tenido un impacto profundo en la salud mental de la población en general, así como la forma en que nos comportamos e interactuamos con los demás y con nuestro entorno.
Grupos enteros de población han experimentado cambios profundos en sus hábitos diarios con el fin de prevenir la propagación de la infección, siguiendo la información proporcionada por los medios de comunicación de aislarse físicamente y de aplicar medidas de higiene como las mascarillas faciales y la higiene de manos.
Estas medidas generan una percepción aumentada del riesgo y de las amenazas asociadas a la infección.
Esta percepción puede provocar una angustia vinculada al miedo al contagio en una proporción considerable de personas, lo que puede implicar ansiedad y otras formas de trastornos mentales con impactos duraderos y discapacitantes en las vidas de quienes los sufren y de sus familias.
De igual forma, las relaciones interpersonales entre miembros de la familia han cambiado durante la pandemia como resultado de los nuevos procedimientos de trabajo en casa, la obligada escolarización en casa o incluso el desempleo.
Estos cambios abruptos a veces se han traducido en modificaciones de los roles familiares, lo que puede conllevar altos niveles de estrés a lo largo de semanas o incluso meses, y potencialmente provocar ansiedad, depresión y otros trastornos de salud mental.
Sí sumamos los cambios en la atención sanitaria que provocó la pandemia y las profundas alteraciones socioeconómicas, se espera que la economía resulte especialmente negativa para los países de ingresos bajos y medios.
Además de que la salud mental puede verse afectada en cualquier persona, independientemente de su edad, género o situación económica, las mujeres ya estaban identificadas en los grupos de pacientes con depresión y ansiedad en el contexto prepandémico.
Se espera que estas estimaciones aumenten porque las mujeres suelen estar más involucradas en roles y puestos que se han visto especialmente afectados durante la pandemia.
Por ejemplo, las personas que desempeñan trabajos esenciales suelen ser mujeres que trabajan en sanidad, educación y servicios de limpieza e higiene.
De forma parecida, el aumento de la violencia por parte de la pareja íntima ha afectado más frecuentemente a las mujeres, lo que se suma a unas tasas previas ya elevadas de victimización entre las mujeres.
El embarazo en el contexto de la pandemia también puede ejercer un impacto sobre la salud mental de las mujeres.
Sin embargo, la salud mental materna ha empeorado considerablemente debido a la pandemia, así lo revelan diversos estudios llevados a cabo en materia de psicología perinatal de acuerdo con el Colegio Oficial de Psicologia de Andalucia Oriental, Copao.
Como consecuencia de la Covid-19, las mujeres gestantes y en puerperio o posparto han experimentado un aumento de los niveles de ansiedad y estrés, trastornos del sueño y el miedo al contagio tanto propio como del bebé.
Por otro lado, las medidas de contención para evitar contagios de Covid-19, ha obligado a las autoridades a ajustar los protocolos en los partos con medidas de distanciamiento social que deshumanizan este episodio tan importante.
De igual forma, las clases de preparación, cuando las hay, son online, lo que ha impedido la comunicación directa y presencial de las mujeres embarazadas con sus profesionales de referencia y con su entorno social o familiar.
Todo ello, en definitiva, factores que no han hecho más que aumentar los niveles de estrés y ansiedad.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada cinco mujeres padece depresión posparto o en la etapa prenatal.
Pero se estima que la cifra puede ser aún mayor ya que existe un diagnóstico deficiente de las psicopatologías perinatales, además de la estigmatización de las enfermedades mentales y el miedo de las madres a exteriorizar su sufrimiento también juegan en contra del tratamiento de la depresión perinatal.
De esta manera, se perpetúa el tabú a reconocer y exteriorizar esos sentimientos de estrés y ansiedad, por miedo a “ser tachadas de malas madres”.
A propósito del Día Mundial de la Salud Mental Materna, que se propuso con el fin de elevar la conciencia acerca de los problemas de salud mental materna, con vistas a que más mujeres busquen ayuda, reciban tratamiento adecuado y reduzcan su sufrimiento.
Y cuyo objetivo es sensibilizar a la población mundial acerca de la importancia de la salud mental materna y mejorar los recursos destinados por los gobiernos a la prevención, detección y tratamiento de los trastornos mentales durante el embarazo y el primer año tras el nacimiento.
En este sentido, la salud mental afectada por el Covid-19, representa una crisis global sin precedentes que ha ejercido un impacto sobre la población femenina, sumado a los monumentales costos, especialistas del ramo sugieren algunas medidas que podrían ser tomadas y promovidas de manera inmediata:
