En México, el hombre no ha logrado despertar de su rol tradicional, pues ha seguido heredando la cultura del macho, la cual incluye la violencia. Sin embargo, es interesante observar que su condición depende de la cultura social en la que se desarrolla .

Existen diferencias muy interesantes en la forma en que se comportan los hombres en México y cómo se conducen en Estados Unidos. En ese país, los migrantes mexicanos descubren que la violencia no es algo aceptable en el contexto familiar y deben aprender a ajustar su conducta a esa realidad, ya que es castigada severamente .

En Oakland, California, por ejemplo, hay proyectos muy interesante con hombres mexicanos, en los cuales ellos deben cambiar su conducta. ¿La razón? Las mujeres tienen ingresos propios, por lo que invitan a los hombres a cambiar para mantener una relación de pareja con ellas, así él no es el único proveedor, por lo que tampoco lo puede controlar todo.

Por otro lado, a las mujeres se les enseña a poner límites y denunciar arbitrariedades, denunciar actos de violencia e, incluso, puede hacer que lo deporten o tomar otras medidas legales.

Entonces, ¿qué autoriza a los hombres a ejercer la violencia sobre las mujeres? ¿Qué los hace sentirse superiores a ellas? La respuesta está en el contexto, pues esos mismos hombres, que no ejercieron violencia durante su estancia en Estados Unidos, al regresar a México ponen de nuevo a la mujer en una posición de subordinación: “aquí se hace lo que yo diga”.

De este modo, el hombre que ha vuelto a México tiene que reforzar su poder o exponerse al escarnio de otros hombres, debe mostrar que posee el control absoluto en la relación, ya que, penosamente, la masculinidad en nuestro país es sinónimo de mandato y autoridad.

© D.R. Naty Hernández, 2019.