Tengo un hijo que cumplirá pronto los 3 años. Tres años en los que he aprendido a cuidar cada una de mis palabras y mis actos, porque quiero que sea un ser humano libre, libre para elegir qué y a quién amar, libre para expresarse, libre para sentir, libre para explorar, libre para pensar. 

A veces decide jugar a los dinosaurios o a los coches, pero también le gusta cocinar o limpiar. Ha elegido unicornios y dragones como juguetes, le gustan los piratas y los insectos tanto como le gusta pintar o hacer galletas. Ha elegido ropa rosa, amarilla, azul, verde y de todos los colores. En realidad, mientras más colores tenga, mejor. Tiene amigos y amigas y juega con ellos y ellas por igual. 

Mi esposo ha sido un gran socio en este camino. Lo ha cuidado, le ha dado de comer, le ha cambiado el pañal, lo ha formado y educado, lo ha besado y abrazado y le ha llamado la atención cuando ha tenido que hacerlo. También le ha mostrado sus sentimientos y su sensibilidad. Sí, en casa, mi hijo ha sido educado para saber que el amor, los colores, las labores o los juguetes no tienen género, aunque en su entorno, no sea igual. 

Hace unos días, mi hijo estaba jugando con un robot, cuando un niño un poco mayor le dijo que su juguete era de niña. Mi hijo observó su juguete sin entender la lógica del pequeño colega cuando le preguntó: “¿por qué es de niña?” A lo que el otro contestó: “porque tu robot es rosa con morado”. No intervine porque quería saber cómo reaccionaría mi cría, cuya respuesta me sobrepasó: “mi robot es de colores. Los robots son hechos por personas muy inteligentes. Mi robot es de todos”. 

Al poco rato, el niño que cuestionó a mi hijo estaba jugando con el robot rosa con morado y pude contarles historias del espacio, de la perra Laika que viajó en una nave espacial y de lo bonito que dicen que se ve nuestro mundo desde el exterior. 

Sé que mi hijo crecerá en un mundo regido todavía por estereotipos, roles tradicionales y masculinidad hegemónica, pero ahora también sé que podrá hacerles frente para vivir sin prejuicios y con libertad. 

© D.R. Diana Vázquez, 2019.