En el marco del “Día Nacional Contra el Cáncer Cervicouterino”, que, desde el año 2019 se conmemora cada 9 de agosto, con la finalidad de aumentar la concientización sobre la prevención de esta enfermedad y para que, de manera conjunta, gobierno y sociedad civil coordinen esfuerzos en su contra, la académica de la Facultad de Medicina de la UNAM, Lucely Cetina Pérez, señaló que es importante insistir en la prevención primaria, mediante la vacunación, y secundaria, a través de su detección oportuna.

A diferencia de otros tipos de cáncer, el cérvico uterino tiene la “bondad” de presentar una historia natural que involucra períodos de tiempo muy largos, por lo que, en ningún tipo de neoplasias, corresponde de forma tan precisa el significado de la frase: “es curable cuando se detecta a tiempo”.

Este tipo de cáncer consiste en la proliferación de células malignas en el cuello del útero, proceso que puede implicar meses o años, hasta volverse invasor, sin embargo, al ser detectadas de manera temprana lesiones precursoras, se tiene un amplio margen para actuar en torno a ellas, haciendo posible su prevención y/o curación.

La científica recordó que, en 99 por ciento de los casos, el cáncer cervicouterino se vincula con la infección por transmisión sexual del virus del papiloma humano (VPH); no obstante, hay otros factores de riesgo para padecerlo, como el tabaquismo e infecciones genitales, entre ellas clamidia o gonorrea, por ejemplo.

El uso de condones masculinos ayuda a prevenir infecciones genitales y también a disminuir la infección por VPH y, por lo tanto, el cáncer cervical.

El inicio de la vida sexual a temprana edad y tener relaciones sexuales con múltiples parejas, también son factores importantes para el desarrollo de la infección por VPH que puede provocar el cáncer cervicouterino. “Todo eso se suma, pero la causa desencadenante es la persistencia del VPH”, enfatizó la científica.

Detectado en etapas tempranas, aclara la experta, se cura el 90 por ciento de los casos; cuando hay signos y síntomas, la enfermedad está en una etapa clínica conocida como IB2 (es decir, cuando el tumor está confinado al cérvix y mide más de cuatro centímetros de diámetro); en ese y otros estadios más avanzados las probabilidades de curación pueden ir de 50 a 80 por ciento; y en etapas donde el padecimiento se disemina y llega a otros órganos, disminuye la supervivencia a menos de 30 por ciento “aún con los mejores tratamientos”.

El procedimiento en etapas tempranas es quirúrgico; en localmente avanzadas, el tratamiento consiste principalmente en radioterapia y quimioterapia, seguido de braquiterapia (un tipo de radioterapia con una fuente de radiación en el cuerpo, dentro o cerca del tumor); al haber metástasis, es decir en etapas avanzadas, se usan quimioterapias e inmunoterapia.

Curable, 90 por ciento de los casos de cáncer cervicouterino: UNAM
Foto: UNAM

DETECCIÓN

Los aspectos principales para prevenir la enfermedad son la vacunación y la detección oportuna de cáncer, especialmente mediante la prueba de Papanicolau, así como la difusión de información, tan necesaria para la población en general, opina la experta.

Aunque existen otros métodos diagnósticos, el médico determinará si es necesario llevar a cabo pruebas adicionales en sangre, colposcopia, etcétera, para prevenir el avance de la enfermedad cuando se presenta, abunda Lucely Cetina.

Al inicio, este tipo de cáncer es asintomático y puede pasar desapercibido. Por desgracia los signos y síntomas aparecen cuando la enfermedad se encuentra en estados avanzados; los principales síntomas y signos son: hemorragia transvaginal después del coito, hemorragia transvaginal persistente, dolor pélvico, entre otros. Cuando la persona está prácticamente en estado terminal se presenta edema (hinchazón) de las extremidades inferiores o problemas para orinar.

VACUNACIÓN

Aunque por política pública, la vacunación contra el VPH está dirigida solo a niñas, en otros países existe también la posibilidad de realizarla en varones; en ellos se previene el cáncer anal y de pene, así como algunas verrugas anogenitales y orofaríngeas en ambos sexos.

En las menores es recomendable vacunarlas a partir de los 9 años de edad, y las jóvenes de hasta 23 años que no han sido vacunadas es recomendable que lo hagan, aunque hayan tenido exposición al virus. En los varones lo adecuado es a partir de los 13 años.

La “población blanco”, son las adolescentes y jóvenes que de preferencia no hayan iniciado su vida sexual, debido a que la eficacia del biológico es del 97 por ciento; en quienes han estado propensas a una infección, la eficacia disminuye hasta 70 por ciento, aunque sigue siendo una cifra “muy importante”. La recomendación para niños, adolescentes y jóvenes sería vacunarse, aunque tendrían que hacerlo en el sector privado.

Finalmente, de acuerdo con la especialista universitaria, si se presentan síntomas o signos es necesario acudir de inmediato al médico, y de preferencia a centros oncológicos para recibir el tratamiento más eficaz.

ESTADÍSTICAS

El cáncer cervicouterino se desarrolla cada vez más en mujeres de menor edad. “Antes considerábamos que las mujeres de 40 años o más, iban a presentar este cáncer invasor, y ahora, lo estamos teniendo en alrededor de 50 por ciento de los casos, entre las de 25 a 35 años”, alertó Gilberto Nicolás Solorza Luna, académico de la División de Estudios de Posgrado, en la subespecialidad de Ginecología Oncológica, de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.

En 2018, según datos de la Secretaría de Salud de nuestro país, este padecimiento representó la primera causa de muerte en mujeres de 25 a 34 años de edad, y la segunda (después del cáncer de mama) en las de 35 a 64 años, aseguró el investigador.

El también médico cirujano oncólogo en el Instituto Nacional de Cancerología (INCan), considera que la disminución en la edad para presentar este padecimiento podría deberse al inicio de la vida sexual a más temprana edad y a la presencia de múltiples compañeros sexuales; “eso, combinado, podría estar dando como resultado que el cáncer cervicouterino se esté dando en esas edades”.

En México, el cáncer cervicouterino se presenta, sobre todo, en la mujer de menos recursos. “Existe una forma sencilla y barata de diagnóstico, la prueba de Papanicolaou o citología cervical para detección de lesiones tempranas; pero no acuden por falta de dinero o de ganas. Esa es la tragedia, a tan temprana edad”, enfatizó el científico.

Solorza Luna recuerda que este padecimiento es causado por el virus de papiloma humano (VPH) que se propaga a través del contacto sexual con una persona infectada; y cuando la mujer tiene múltiples parejas sexuales se expone también a diversas infecciones.

Existen 200 tipos de VPH, y las vacunas abarcan nueve u 11, que son de los más oncogénicos (causantes de cáncer); sin embargo, “he visto evolucionar a cáncer a algunos que son considerados de bajo riesgo, y aunque las vacunas servirán, lo más importante es usar preservativo durante las relaciones sexuales, principalmente cuando la pareja no es estable; las mujeres no deben permitir relaciones sin condón”, señala.

RESPUESTA EMOCIONAL

El diagnóstico de la enfermedad afecta la salud emocional de las pacientes, pueden presentar trastornos en su estado de ánimo y ansiedad, principalmente; la mayoría siente angustia, miedo, enojo o tristeza como parte de la respuesta emocional reactiva inicial, comentó Diana Patricia Guízar Sánchez, también de la FM.

Las afectaciones dependen de las características de cada paciente; influye, por ejemplo, si tenían un padecimiento previo como depresión, edad, avance de la enfermedad o que ya no quieran tener hijos (porque el tratamiento puede consistir en una histerectomía o retiro del útero), abunda la integrante de la subespecialidad de Psiquiatría de la División de Estudios de Posgrado de la entidad.

Las pacientes tienen una idea o construcción social de lo que representa el cáncer: muerte, incapacidad, mutilación física, o amenaza para la relación de pareja, la interacción con los hijos o la situación económica. Por ello, la reacción emocional generalizada incluye un estado de ánimo depresivo adaptativo.

En ocasiones se refugian en el consumo de alcohol o alguna otra droga; puede haber también una sensación de vulnerabilidad, desprotección, dolor, insomnio, disfunción de pareja y angustia si se trata de madres con niños pequeños al no saber qué va a ocurrir con ellos.

Si como parte del tratamiento fue necesaria una histerectomía, se presenta intranquilidad al pensar cómo será en adelante su salud reproductiva, si podrá continuar su vida sexual activa o habrá menopausia prematura, entre otros aspectos.

Curable, 90 por ciento de los casos de cáncer cervicouterino: UNAM

También puede haber miedo a la mutilación y a los tratamientos médicos; todas esas emociones son normales o esperadas. La familia, recalca Guízar Sánchez, puede constituirse en una red de apoyo al brindar acompañamiento emocional. Si hay alguien que se encargue de los hijos mientras acuden a su tratamiento o alguien que acuda con ellas cuando reciben el diagnóstico o entran a cirugía, es muy positivo.

No obstante, alerta la experta, la familia también puede influir para que la paciente no se atienda; comentarios como “te quieren sacar dinero” o “no dejes que te saquen el útero porque vas a dejar de ser mujer”, añaden una carga negativa a la situación.

Conforme pasan los días, las emociones que son normales cuando se recibe el diagnóstico deben disminuir; si no ocurre así y hay ataques de pánico frecuentes, consumo intenso de sustancias, la paciente dice que prefiere morir o se produce disfunción, es momento de pedir ayuda a un profesional para recibir atención psicológica o psiquiátrica.