Las “terapias de conversión”, son una forma de violencia y discriminación por motivos de orientación sexual e identidad de género, sobre todo, porque sigue la creencia entre algunas personas de que la homosexualidad es una enfermedad y puede curarse.

Desde 1990, la Organización Mundial de la Salud (OMS) retiró la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales y en 2018, también retiró la transexualidad.

Pese a ello, algunas personas aún creen que la homosexualidad es una enfermedad, por lo que existen “terapias” que prometen curar a quienes se someten a ellas.

Hasta ahora se conocen cuatro tipos de estas terapias.

Religión y medicamentos

Estas terapias son realizadas por algunas organizaciones religiosas, por lo que incluyen rezar, así como la ingesta de medicamentos como Ludomil y Dogmatil, que son utilizados para tratar desórdenes neurológicos o psicológicos.

Terapia de aversión

Consiste en inyectar al paciente grandes cantidades de adrenalina y una vez que ésta le provoca un miedo extremo, proyectan imágenes de contenido homoerótico para provocarle rechazo a las mismas.  

Castración química

A pesar de que también es un método prohibido, se tiene registro del uso de inyecciones o la ingesta de medicamentos que bajan la producción de hormonas, disminuyendo de este modo la libido natural.

Pláticas y terapia sicológica

Instituciones y organizaciones religiosas son las principales promotoras de charlas. En ocasiones se realizan con el consentimiento de los asistentes, pero muchas veces son disfrazadas de terapias psicológicas o de autoayuda.

Desafortunadamente, en la mayoría de los casos las personas que hacen uso de estos métodos no lo hacen por voluntad propia, sino porque son obligados.

Sin embargo, sí existe un número de personas que acude por interés personal, pero impulsados por el rechazo familiar o social y la discriminación hacia la comunidad LGBT+.

De acuerdo con la OMS, las terapias de conversión no tienen justificación médica ni científica y representan un grave riesgo para quienes acuden, pues incluyen desde el uso de medicamentos prohibidos hasta electroshocks.

Por su parte, la Asociación Americana de Psiquiatría advierte que estas terapias lejos de ayudar pueden conducir a los pacientes a tener depresión, ansiedad y comportamientos autodestructivos.