Las parafilias son aquellas situaciones de activación sexual ante objetos o situaciones, actividades o individuos atípicos que no forman parte de las conductas habituales. Pero, que no formen parte de las conductas habituales, no quiere decir que sean buenas o malas. Una parafilia puede considerarse algo negativo cuando produce una daño a terceros o a nosotros mismo, o cuando tiene un carácter desmesurado u obsesivo.

La parafilia de la que escribo a continuación puede causar un gran daño a las personas y, desafortunadamente, va en ascenso; me estoy refiriendo a la pedofilia.

La pedofilia es una parafilia en la que el adulto obtiene la excitación o el placer sexual a través de fantasías sexuales con niños o niñas prepúber (menores de 12 años). Normalmente, al pedófilo no le excita el género del niño, sino el hecho de que sea eso, un niño. La diferencia entre un pedófilo y un pederasta es que el primero no llega a consumar el acto sexual, por lo que no comete un delito con “fantasear”.

El pedófilo y el pederasta no son muy diferentes, pues ambos cometen delitos. Aunque el pedófilo no ejecuta la acción de abuso sexual físico, puede recurrir a la pornografía infantil para “fantasear más”. La pornografía infantil ya es un delito en sí y el consumirla fomenta otro más: la trata de menores para explotación sexual. Desafortunadamente, cada vez hay más niños abusados sexualmente y sus imágenes son expuestas en internet.

Por su parte, el pederasta, que es quien lleva a cabo el abuso sexual físico, suele violentar a niños o niñas conocidos por él y suele ser un familiar o una persona respetada dentro del círculo del niño o niña. El pederasta chantajea o amenaza muy inteligentemente, haciendo que el niño o niña mantenga ese abuso en silencio.

Si notas que el comportamiento de un niño o niña cercano a ti cambia, si su vocabulario incluye palabras relacionadas con el sexo propias de adultos, si tiene miedo, si moja la cama o de pronto no quiere ir con un adulto hay que prestar atención, pues pueden ser señales de que ha sido víctima de abuso sexual.

© D.R. Silvia Olmedo, 2019.