Frente al empoderamiento de la mujer, la participación económica de ella en el hogar o la responsabilidad compartida en la crianza de los hijos, hacen falta también estudios de género sobre los nuevos roles del hombre. Y es que, no hay una forma única de ser hombre, como tampoco hay una sola forma de ser mujer. La masculinidad es una construcción social y cultural, por lo que también hay distintas masculinidades e innumerables formas de ser hombre.
Las masculinidades alternas o nuevas masculinidades engloban, en lo general, a los hombres que no encajan ni en la masculinidad subordinada ni en la hegemónica. Esto supone, claro, una serie de retos:
El desafío más grande, sin embargo, está en profundizar la participación del hombre en la creación de relaciones más equitativas, justas y respetuosas. Sin la participación de él, sin tenerlo como aliado, es impensable una sociedad más pacífica y armoniosa.
Erróneamente se vinculan las masculinidades alternas con el debilitamiento del hombre o con la superposición de la mujer sobre éste. Sin embargo, desde el enfoque de género, una nueva masculinidad es una forma de tener vínculos más sanos e igualitarios con otras mujeres y otros hombres, sin violentar ni reprimir.
Estructuralmente, una masculinidad alterna supone abandonar las redes de poder políticas, económicas, sociales, culturales, laborales o religiosas, algo casi utópico en nuestra realidad latinoamericana. Implicaría, también democratizar todos sus espacios y procesos, renunciar a cualquier acto corrupto, cultivar la denuncia y un digno proceso de justicia, así como hacer visibles las problemáticas de las distintas poblaciones. Difícil, pero no imposible, porque hombres y mujeres, en su naturaleza, no son enemigos, ni conocen el odio.
Los movimientos feministas han sido pioneros al intentar eliminar el patriarcado, pero queremos más hombres de nuestro lado, hombres que dejen de lado su comodidad, que estén dispuestos a confrontar el machismo, que no sean cómplices de la misoginia ni de la sexualización de la mujer, que no teman mostrar su sensibilidad, que no midan su virilidad según el número de parejas sexuales o por su orientación sexual, hombres que sean autocríticos, que entiendan que los derechos no son el privilegio de unos cuantos, sino de todos, hombres que estén en contra de la violencia, que compartan la toma de decisiones, que defiendan la libertad. Queremos y necesitamos más hombres que quieran ser nuestros aliados, porque también lo serán para sus hijas, hermanas, amigas y madres.
© D.R. Diana Vázquez, 2019.