Los niños, las niñas y jóvenes son considerados un grupo vulnerable ya que se encuentran en desventaja frente a un adulto. Así, la condición de vulnerabilidad existe porque tienen mayor indefensión para hacer valer sus derechos, tomar decisiones o resolver los problemas que se presentan en la vida.

En sociedades en las que hay pobreza y violencia, los niños, niñas y jóvenes suelen ser uno de los grupos más afectados, pues prevalece el sentido de supervivencia, por lo que es común que se viole el derecho a vivir una vida en condiciones de bienestar, el derecho a una vida digna, el derecho a una vida libre de violencia, el derecho a la educación, entre otros.

El abuso sexual infantil es una de las mayores preocupaciones de organismos internacionales y de organizaciones de la sociedad civil como  Puedes Decir No, razón por la que abordaremos el tema durante el mes de septiembre.

Aunque el surgimiento de denuncias como #MeToo ha ayudado a visibilizar el problema, aún estamos lejos de erradicarlo. De acuerdo con la OCDE, en México, cada año más de 4 millones y medio de niños, niñas y adolescentes son víctimas de abuso sexual infantil, lo que lo coloca en el primer lugar mundial en estos delitos.

Pese a que esta cifra es indignante, los datos no oficiales son más desoladores, pues, según el Colectivo contra el Maltrato y Abuso Sexual Infantil, citado en un artículo de Sanjuana Martínez, sólo es denunciado 1 de cada 100 abusos.

La mayoría de los agresores son parte del círculo cercano del menor (padres, tíos, hermanos, padrastros, maestros, etc.), lo que complica la denuncia. También está la estigmatización de la víctima y la revictimización ante los complejos procesos judiciales. 

La explotación sexual infantil,  la trata de menores con fines de explotación sexual, las redes de pornografía infantil o cualquier otra forma de abuso sexual contra menores son delitos que deben ser visibilizados, concientizados y castigados. 

Proteger a la niñez significa formar adultos íntegros por lo que nuestra postura es concreta: la pederastia no debería quedar nunca en la impunidad.